LUXEMBURGO_YE GAMIFICATION. PLAY YOUR GAME
Memorias
de Luxemburgo. Intercambio Noviembre 2015
Anais Trujillo
Varias semanas
han pasado desde que volvimos a la realidad, a “casa” y
aún se me siguen llenando los ojos de brillito cuando soy consciente que todo
ha pasado. Ha pasado tan rápido que no me ha dado tiempo a saborear la
experiencia.
Ocho españoles
a Luxemburgo, ocho que no habíamos tratado nunca tanto unos con otros, y estoy
segura que ellos también, pero yo me llevo siete tesoros.
Un intercambio
y una experiencia que nos dio el toque de ilusión que ya me gustaría a mí tener
más a menudo.
Por partes, el
tema del intercambio, en primer lugar y personalmente me ha sorprendido porque
como todo el mundo al menos en alguna época de mi vida he jugado a video juegos
pero ni idea tenía de la cantidad de campos a los que pueden afectar; tanto en
la educación, en el comportamiento, en roles sociales, e incluso si juegas a un
video juego en otro idioma, puedes aprender algo. No hemos estado al 100% con el tema de los
videojuegos y la verdad es que se agradece porque aparte de eso, hemos enfocado
a otros campos y hemos trabajado en grupos usando nuestra imaginación y
habilidades. A la misma vez con estos trabajos en equipo nos hemos podido
conocer todos un poco mejor. “Play Your Game” era el tema del intercambio y
como ya he dicho, nos sorprendió bastante.
Ahora desde un
punto más personal y hablando abierta y sinceramente, me dirijo a todo el que
lea esto no para tratar de convencer sino para contar lo que he sentido, siento
y por supuesto lo que sentía antes de irme.
Yo soy una
persona que ha estado fuera ya varias veces; no siempre en un intercambio así.
Esta ha sido mi segunda vez y a la par la mejor decisión que tomé en el mes de
octubre de 2015. Cuando una niña de dieciocho, diecinueve, pongamos veinte o
veintiuno sale y vive experiencias puede que no se de cuenta de lo que tiene
(en mi caso no lo supe en su momento), puede echar de menos cosas que van a
seguir estando al volver, amigos, clima… un sinfín de cosas que con el paso de
los años te das cuenta que no son obstáculos para que no disfrutes y aproveches
la experiencia al 100%.
Cuando en
Abril de 2015 tuve la oportunidad y el regalo de poder participar en un
intercambio que tuvo lugar en Rumanía, empecé a abrir mi mente, a afianzar mis
pensamientos, a mirar por mí, a saber adaptarme y a compartir todo lo que
pudiese aportar por mi parte, al volver me vine con el corazón un poco más
lleno, lleno por toda la gente maravillosa que conocí allí; la mente más
abierta y las pilas cargadas. Perfecto todo, gente nueva, nueva experiencia…
conocí a gente muy distinta y que me aportaron gran cantidad de cosas. Se dice
que somos pedacitos de todo lo que recogemos a lo largo de nuestra vida, pues
yo puedo decir que a día de hoy, yo tengo partes de mí que son así gracias a
poder conocer, compartir y vivir con gente que no conocía de nada. Todo eso sin
olvidar que gracias a estas cosas se aprende mucho y el inglés…sobre todo el
inglés.
Pero al volver
del viaje, yo me sentí rara varios días y ya después lo que iba quedando era la
melancolía por esos momentos vividos y demás, mi cabeza me seguía diciendo que
permanecería aquí, en el sitio donde llevo toda mi vida y con mis “planes” de
futuro bajo llave.
Seis meses después se me presenta
otra oportunidad, esta oportunidad. Lo malo y bueno es que esta vuelta a mi
sitio de siempre no ha sido igual.
Para los que
piensen que lo tienen todo muy claro y que no habrá nada que cambie esos
planes, metas… llamémoslo como queramos, yo personalmente os digo que la vida
no está para hacer planes y cerrar puertas al resto del universo, que hay que
probar a lanzarte a hacer cosas porque aun teniendo el riesgo de sufrir la
ostia, si te tiras y sale…eso te hará la persona más feliz. Aplica eso a lo que
quieras, prometo que funciona.
Este viaje me
ha hecho tener ilusión, esa ilusión que me faltaba en mi vida y rutina. Este
viaje me ha cambiado totalmente los planes, me ha destrozado los esquemas y me
ha pisoteado las ideas fijas que tenía de permanecer aquí. Ahora, y yo sé que
mucha gente no me entenderá, ahora es cuando pienso en acabar la carrera y
volar, salir y ver mundo. Mi idea inicial era la que tiene mucha gente: acabar
carrera, máster, opositar quizás y entrar o intentar entrar en el mundo
laboral. ¿Pero eso es lo que quiero? No, ahora y gracias a este viaje de
verdad, sé con certeza que con veintidós años no es momento de estancarme aquí,
es momento de intentar ser feliz y abrir caminos, mente y mundo. Gracias a este
último me he puesto otras metas en las que gente a la que en poco tiempo he
cogido un enorme cariño me está ayudando, gente y una en particular J
Para los que
hayan llegado al final de este artículo y sigan sin tener al menos un poco de
intriga de lo que es vivir esta experiencia, (ya dije que no intentaba
convencer a nadie escribiendo esto) os dejo esto, y lo dejo con lágrimas en los
ojos aun habiendo pasado ya casi un mes:
No tengo
palabras para transmitir lo que he sentido, pero lo que puedo decir es que todo
se queda en mi corazón guardado por el resto de mi vida. Bueno, en el resto de
mi corazón porque una parte se ha quedado allí para siempre, en Luxemburgo. Un
amor, unos amigos, una experiencia inolvidable.
Grande Anaís, un buen relato para disfrutar con un café al levantarse. Una experiencia inolvidable, y como tu dices, un trocito de corazón reservado para todos los que participamos allí. Espero que tus ganas de "volar" se hagan realidad. SE FELIZ.
ResponderEliminarQue es un maravilloso artículo Anais, siento exactamente lo mismo tu ha descrito tan bien.
ResponderEliminarGiuseppe rojo!